Una de las primeras reflexiones que debería hacer el empresario que decide buscar un socio para crecer es la de pensar qué tipo de socio sería el idóneo. No es lo mismo un socio financiero, por ejemplo un fondo de capital riesgo, que un socio industrial.
La respuesta vendrá dada principalmente por las necesidades de la compañía y el plan de negocio que previamente es necesario hacer. Al desarrollar el plan se puede poner de manifiesto que tienes todas las fortalezas y capacidades para llevarlo a cabo y que lo único que necesitas es mayor capacidad financiera, o puede ser que, precisamente, lo que resulte del análisis es que falta algún conocimiento del mercado o que se vería reforzado con la unión de alguna empresa del sector que proporcione, además de apoyo financiero, economías de escala, acceso a determinados mercados o complemento de tus productos o servicios. Las necesidades pueden ser muchas y muy variadas y es muy posible que el resultado de la reflexión sea que cada tipo de socio tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
La elección del socio
Ahora bien, si nos decidimos porque las ventajas del socio deben ser principalmente las de aportación de capital debemos tener en cuenta que no todos los fondos son iguales y que, dependiendo del proyecto, unos se ajustarán más que otros.
Hay fondos que no entran con paquetes minoritarios, otros que lo prefieren; hay fondos que intervienen mucho en la gestión, otros que dejan hacer y se limitan a contemplar que no haya desviaciones respecto del plan de negocio. Hay unos que tienen mucha experiencia en ayudar en la internalización de la compañía, otros con mucho expertise en un determinado sector que te ayudan con una visión estratégica de mercado.
Una cosa que sí es común a todos ellos es que necesitan una salida, de modo que si no estás dispuesto a vender la compañía en un determinado periodo de tiempo, la opción del socio de capital riesgo no es la buena. El fondo, por definición, entra de manera temporal porque su compromiso principal con sus inversores es devolver el dinero, de ser posible con plusvalías, al cabo de un periodo de tiempo. La permanencia en el capital de manera indefinida no es una opción y para que eso sea realmente conseguible la herramienta que se utiliza es el derecho de arrastre o “drag along”.
El fondo quiere tener un derecho de arrastre para poder poner a la venta la totalidad de la compañía en el momento que se considera apropiado. Es negociable que sea al cabo de unos años o a un importe mínimo, pero no es negociable la existencia del derecho.
Ésta es una de las características que puede hacer que la elección sea la del socio industrial, que no tiene esas limitaciones.
En algunas ocasiones, cuando la finalidad del empresario no es crecer sino vender, puede que piense que da lo mismo un socio u otro, pero tampoco es así, porque normalmente el fondo no tiene gestor con experiencia en el sector y necesita que el vendedor se quede al menos durante un tiempo, mientras que un socio industrial puede no necesitar mas que un corto periodo para la transición.
La figura de los asesores de M&A es muy importante para ayudar a definir el tipo de socio que conviene y para hacer ese análisis de condicionantes y ventajas que pueden decantar la búsqueda a uno u otro. Equivocarse en la selección suele tener consecuencias nefastas.
Isabel Dutilh
Argali, abogados